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             julho/ 2016- junho 2017 /juillet 2016-juin 2017

 

Desafíos de las tecnologías del activismo feminista:

reapropiaciones del cuerpo femenino en YouTube*

Sonia Núñez Puente

Diana Fernández Romero

 

Resumen

Las tecnologías del activismo feminista han sido objeto de un debate crítico a partir de propuestas teóricas como la de la política del torpeza o la incomodidad que incorporan los modos de producción de la economía digital del neoliberalismo al análisis del propio activismo. Dicho eje analítico nos ha servido para abordar las posibilidades de agencia que desvelan determinadas producciones digitales del activismo feminista. Se trata de prácticas discursivas que proponen subvertir los marcos hegemónicos de reconocimiento del cuerpo normativo tanto desde el paradigma representacional de la violencia de género como desde los propios  mecanismos de control del cuerpo. Finalmente, nos interesa también indagar en los procesos de afectividad y espectacularización que conforman los procesos de producción de las narrativas digitales para considerar el impacto y la sujeción que estos presentan para el activismo feminista digital. 

Palabras clave: activismo, feminismo, cuerpo, tecnología, digital

 

Introducción

La diseminación de imágenes que las tecnologías digitales propicia han contribuido a elaborar un marco representacional en el que las configuraciones hegemónicas conviven y, a la vez, son cuestionadas a partir de propuestas que desafían los modos homogéneos de la corporalidad femenina en el capital simbólico neoliberal. Desde la imaginería del cuerpo que, a modo de ejemplo constitutivo de las prácticas del activismo posfeminista, encontramos en los actos performativos de Pussy Riot hasta las tecnologías del activismo de los que se sirve la cantante punk Peaches (Smith-Prei y Stehle, 2016: 5) para politizar las demandas de Pussy Riot, la posibilidad de construir un relato corporal que se acomode a las demandas políticas del feminismo pero que, a un tiempo, se sitúa en las lógicas de distribución y producción de la economía digital neoliberal es uno de los desafíos a los que necesariamente se enfrentan tanto la epistemología como la praxis de las políticas del activismo feminista.

El objetivo central de nuestro trabajo es la búsqueda e indagación en los procesos del activismo digital feminista analizando la circularidad inherente a la distribución masiva propiciada por la plataformas de las redes sociales. Una circularidad que hace referencia a los modos y procesos en los que los contenidos circulan en la Red, que tienden a la reiteración. Para ello recurriremos a la teoría de la política de la incomodidad o de la torpeza desarrollada por Smith-Prei y Stehle (2016: 10-11) que sitúa a estas como características inherentes a los productos digitales de las tecnologías feministas.

Al mismo tiempo, nos proponemos analizar la dimensión de reapropiación del discurso del cuerpo representado más allá de los marcos de reconocimiento hegemónicos haciendo, de este modo, visible la violencia a la que se somete al cuerpo femenino. Nos centraremos en reflexionar acerca de la capacidad de ciertos discursos para trascender la victimización y la espectacularización de la circularidad en la que estos son producidos.

En concreto, nos ocuparemos de las propuestas discursivas del vídeo “Mi cuerpo es mío” de la rapera guatemalteca Rebeca Lane[i] y del texto “A veces no llevo sujetador” de la escritora española Noelia Morgana que, publicado en abril de 2016 por la revista española Proyecto Kahlo, se ha compartido más de 5.000 veces en Facebook. Ambos productos comunicativos desafían las lógicas de control del cuerpo de la mujer desde el paradigma de la violencia, en el caso de Lane, y desde la asunción normativa del cuerpo como espacio susceptible de ser controlado en el caso de Morgana.

 

El paradigma del afecto y la materialidad de las propuestas activistas

En la exploración de las prácticas de activismo como tecnologías del cuerpo se prestará atención al medio en el que estas se reproducen y distribuyen, YouTube, al que el feminismo ha situado como herramienta digital de activismo orientada a la amplificación de los mensajes (Van Zoonen, 2011). Las aproximaciones multimodales que contemplan la conjunción de texto, imágenes y sonido han puesto de manifiesto la potencialidad multidireccional de los contenidos en YouTube (Núñez Puente, Fernández Romero y Rubira García 2015; Kellner, 2009; van Dijk, 2009) convirtiéndola de este modo en una plataforma de intercambio comunicativo con más de mil millones de usuarios, lo que equivale a un tercio de todos los usuarios de Internet, capaz de generar miles de millones de reproducciones diarias según las estadísticas ofrecidas en la página del propio sitio web.

Por su parte, las mediaciones de la comunicación espectacularizada que articulan Facebook han sido objeto de atención por parte de teóricas de estudios críticos de los medios que, como Clough (2007), han revisado la transformación de la comunicación en red hacia un paradigma del afecto (Keller, 2015). Esto es, que los discursos masivos que circulan por la red están atravesados por un componente afectivo que genera una hermandad, una unión o una comunidad a través de los afectos y de las adhesiones que esos discursos promueven. Ello trasladará el interés exploratorio de los productos del activismo feminista hacia las contribuciones del afecto en los procesos abiertos -en construcción- y circularmente configurados, a partir de los que se construye un intento de reapropiación del cuerpo femenino.

Los procesos de elaboración y recepción de los discursos de las tecnologías del activismo feminista mediados por las herramientas digitales se ven afectados por las dinámicas propias de las características de la tecnología como la inmediatez y el alcance transnacional. Ello, al tiempo que ha supuesto ampliar significativamente el alcance de las propuestas de activismo, del mismo modo ha dificultado determinar, por parte de la audiencia y de las propias productoras de los discursos, los objetivos, el potencial consumo e, incluso, la materialidad o sustancia de las acciones feministas.

El uso de las redes sociales como plataforma discursiva del activismo político ha generado un debate, también en el ámbito específico del activismo feminista, que centra los ejes de análisis en las posibilidades que presentan las acciones políticas en relación a la eficacia, la claridad y los efectos de sus objetivos. Por tanto, parece preciso considerar qué tipo de herramientas teóricas resultan las más adecuadas para abordar las nuevas formas de la política feminista que encuentran en internet un medio para la difusión masiva de los discursos. También es necesario indagar sobre la materialidad de las propuestas activistas a partir de la biopolítica que, como veremos, conformará los discursos de reapropiación del cuerpo femenino.

 

Políticas del awkardness frente a la rentabilidad de las acciones feministas

Las políticas del awkardness, referidas tanto a lo incómodo como a lo torpe, teorizadas por Smith-Prei y Stehle (2016: 12) encuentran cierta continuidad analítica en la intención manifiesta de Haraway (2016) que nos urge a permanecer, e interactuar críticamente, con lo problemático. Dichas políticas de la incomodidad o la torpeza, se ocupan de explorar la necesidad de las políticas feministas apartándose significativamente de lo que estas pueden, o no, conseguir en términos de eficacia susceptible de ser cuantificada. No se tiene en cuenta, por consiguiente, la rentabilidad de las propias acciones de activismo, sino la creación de momentos incómodos mediante la circularidad en la que se difunden las producciones del activismo feminista.

Esa circularidad inmanente, según Smith-Prei y Stehle (2016: 80-81), a los momentos de protesta del activismo digital permea la diseminación y recepción de las acciones feministas en las plataformas multimedia. Esto nos lleva a reflexionar acerca de la relevancia que adquieren en la economía digital la audiencia, el medio y la forma de los discursos.

La incomodidad que emana de los discursos del activismo feminista digital proviene de la dualidad que los genera y que los hace posible. Es decir, el activismo mediado por la tecnología es posible gracias a la economía digital neoliberal pero, del mismo modo, las acciones revelan las inconsistencias de la economía digital del neoliberalismo. Las propuestas de reapropiación del cuerpo femenino que analizaremos en nuestro trabajo tratan de desafiar los modos hegemónicos de representación corporal y lo hacen, precisamente, sirviéndose de los medios digitales de la economía digital que pretenden revisar críticamente.

Mantenerse en los momentos de incomodidad que generan los discursos del activismo digital feminista constituye, según la política de la incomodidad, una propuesta política en sí misma (Smith-Prei y Stehle, 2016: 12). Por tanto, las posibilidades de reconfiguración de los discursos hegemónicos sobre el cuerpo femenino se asientan en una consideración de la política feminista como una estética, una forma de disrupción críticamente vinculada a los modos del activismo digital que ocupan, y revisan, las lógicas de la economía digital neoliberal. Lo incómodo o lo problemático, debido a su falta de definición y claridad, se observa de diversas maneras incluyendo el contenido, el sujeto que produce el activismo y la audiencia que lo recibe (Smith-Prei y Stehle, 2016: 81).

La posibilidad de lo político del activismo feminista

A las propuestas analíticas que Smith- Prei y Stehle sustentan sobre el concepto de la política de la torpeza, es necesario, a nuestro juicio, añadir el abordaje del contexto de producción simbólica de los discursos. Esto es, no parece rentable desde un punto de vista crítico obviar la complejidad que surge del proceso de normalización, en este caso, del discurso del cuerpo sexualizado e hipervisible. Es precisamente la asunción de un desafío del paradigma de representación del discurso del cuerpo haciendo de la politización del propio cuerpo normativo una propuesta capaz de subvertir los marcos hegemónicos representacionales desde el mismo lugar de construcción.

La exhibición del cuerpo normativizado al que se acude como instrumento de activismo politizándolo, como hace por ejemplo Femen, al tiempo que se construye y deconstruye a partir de los marcos teóricos o discursivos, conforma una suerte de momento incómodo y torpe. Esto es debido precisamente al carácter poco definido y liminal de ese activismo, que sin embargo puede constituirse en una politización del discurso. La posibilidad de lo político en este tipo de actos del activismo feminista digital no se encuentra, de esta manera, en el desglose de un repertorio de objetivos claros y cuantificables, sino en una suerte de indefinición de sus propios objetivos que habitando el ámbito fronterizo de la indeterminación permite adscribir al acto performativo del sujeto activista.

De este modo, la problematización de los discursos de reapropiación del cuerpo se debe vincular a un eje que sostenemos esencial y que hace referencia a la materialidad de las propuestas de activismo elaboradas y difundidas circularmente en las plataformas tecnológicas de las redes sociales. La circularidad de la creación y distribución de las propuestas activistas se vincula estrechamente con la compleja relación establecida entre la economía digital neoliberal, las plataformas de difusión de Facebook y Youtube respectivamente, y la politización del discurso que circula en dichas plataformas gracias, precisamente, a la economía digital que permite su producción y reproducción.

Por otra parte, los procesos de la lógica neoliberal del patriarcado articulados por Dean (2005) nos sirven de marco metodológico para cuestionar el análisis de la efectividad de las tecnologías del activismo feminista. Esto supone que la efectividad de los actos no puede medirse únicamente recurriendo a la visibilidad en las redes sociales, o consultando el número de reproducciones en el caso de YouTube o de likes en el caso de Facebook. El fetichismo tecnológico viene a poner en cuestión la preeminencia de los efectos del activismo de la política digital exclusivamente en los términos articulados por la economía digital neoliberal, dado que, según la tesis de Dean (2005: 57), la comunicación activista online puede ser profundamente despolitizadora.

Si bien los productos culturales, ya sea una canción o un manifiesto activista publicado en una revista digital en Facebook, son distribuidos masivamente a través de las tecnologías de la economía digital neoliberal, podemos encontrar en ellos una posibilidad disruptiva que indague en la politización de dichos discursos a pesar de su posible difusión fetichizada.

Uno de los modos de ruptura del fetichismo tecnológico se podría contemplar en las prácticas digitales en YouTube o en la difusión masiva de un contenido digital en Facebook que analizaremos en nuestro trabajo y que buscan resolver el complejo proceso de reapropiación, mediática y política, del discurso del cuerpo. Así cabe interrogarnos acerca de cómo se fracturan los cuerpos normativos o la normalización del sujeto víctima y cómo se procura la construcción de una voz discursiva mediante alternativas de agencialidad: bien rechazando el uso de una prenda normalizadora como el sujetador, bien buscando un discurso propio que visibilice la violencia sin renunciar a la agencia ni subsumirse en una victimización que cancela cualquier posibilidad emancipadora del sujeto víctima de violencia.

El cuerpo como lugar de resistencia

El cuerpo herido por la violencia simbólica del uso de prendas naturalizadas como necesarias, o por la propia violencia sufrida, se transforma no solo en un campo de batalla (Kruger, 1984), sino también en un lugar de resistencia a partir de una vulnerabilidad compartida. Las producciones culturales son susceptibles de ser leídas más allá de la vulnerabilidad, lo que nos hace indagar acerca de la potencialidad que, en términos del activismo digital feminista, presenta la resistencia consecuencia de una vulnerabilidad compartida (Butler, 2016: 8-9).

Frente al control biopolítico del cuerpo (Foucault, 2006), en nuestro caso de análisis, por ejemplo, frente a la imposición del uso del sujetador como una suerte de violencia estructural, surge una agencialidad que procede de la emoción como aglutinadora de una colectividad determinada (Dean, 2015: 90). Una configuración abierta del cuerpo que, mediante el afecto como canalizador de estrategias discursivas que no pueden inscribirse en la materialidad del lenguaje[1] (Pellegrini y Puar, 2009), contribuye a visibilizar la politización del desafío de lo normativo. Los discursos de reapropiación del cuerpo se transforman así en sistemas abiertos en el contexto de lo biopolítico. Es, precisamente, esta apertura, la que con la circularidad del medio material tecnológico y la citación del discurso permiten establecer un campo representacional emancipatorio.

Conviene, sin embargo, tener en cuenta las implicaciones que conceptos como el del posfeminismo (Gill, 2016; MacRobbie, 2009; Zeisler, 2016) tienen para comprender la dimensión política de la reapropiación corporal. En la reiteración de los procesos de citación de la estética del cuerpo desnudo de la segunda y tercera ola del feminismo encontramos modos que anteceden las prácticas digitales que analizamos en este trabajo. No es, por tanto, una aproximación nueva a la política del cuerpo (Smith-Prei y Stehle, 2016: 63). Sin embargo, esta resulta estratégica en el activismo feminista en la medida en que la tecnología y la materialidad del medio asumen una parte esencial en el proceso de construcción y recepción del relato.

La distribución masiva en plataformas como YouTube o Facebook y los modos de producción de los discursos del activismo feminista digital inciden en la estructura incierta de sus propuestas que, a un tiempo, se orientan a politizar las lógicas de la economía digital feminista y se sirven de ella para difundir demandas de reapropiación política del cuerpo.

Finalmente, la atención centrada en el proceso del activismo y no en sus resultados contribuye a un análisis matizado de la efectividad de las propuestas de activismo digital feminista que encuentra en la incomodidad y el carácter fronterizo de sus discursos un modo de agencialidad. El desafío de una biopolítica del cuerpo neoliberal así como las tecnologías que lo propician pueden reconfigurar una nueva gramática corporal abierta en la que confluyen los efectos del control sobre el cuerpo y las posibilidades de su liberación.

Este cuerpo es mío, por Rebeca Lane

Rebeca Lane (Ciudad de Guatemala, 1984) es socióloga, poeta y cantante de rap. Fue fundadora del colectivo Somos Guerreras para visibilizar el trabajo de las mujeres centroamericanas que cantan hip hop a través de la generación de espacios para promover la formación, el intercambio o la celebración de eventos. Lane entiende que su rap no es feminista pero ella sí: en muchos de sus temas necesita hablar de ella, pero su propuesta musical “es mucho más amplia”.  Se autodefine como artivista y raptivista, porque utiliza el arte y el rap como herramientas políticas; y como “guerrera”, pues cree en la posibilidad de articularse en resistencia para adquirir más poder de cambiar las cosas. Las redes sociales son, para Lane, un aliado fundamental para hacer circular el artivismo y llegar a los jóvenes para que lo trasladen a su cultura local.

El tema que nos ocupa, Este cuerpo es mío (2016), del disco Alma Mestiza, es una producción de Artevista Films y Justicia para mi hermana, con el apoyo de la Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida, las Dignas-El Salvador. La letra y la interpretación a cargo de Lane configuran un producción multimodal difundida en Youtube con cerca de 80.000 visualizaciones. En el vídeo, Lane pone voz al grito reivindicativo de una mujer que quiere reapropiarse de su cuerpo magullado y vilipendiado por el maltrato: “estos ojos son míos, este cuerpo es mío, esta vida es mía y ni tus golpes ni tus palabras me lastiman”. “Este vientre es mío, estos pies son míos, esta boca es mía”.

Lane canta a cámara el relato de una relación que en el videoclip escenifica la pareja protagonista con la que la artista no interactúa. Ella aparece de fondo narrando qué es lo que ocurre y cómo van evolucionando los sentimientos de la mujer. La historia representada comienza de forma idílica, hasta que el hombre impide a la mujer tener relaciones en la escuela o empieza a controlar sus llamadas, actos que él justifica como muestra de amor. El enamoramiento de ella empaña el comienzo de un encierro que se completa con el matrimonio al que se ve abocada por el miedo al abandono. Los golpes y los insultos se instalan en la relación y la mujer asume la culpa del comportamiento. “Llora sangre, mi cuerpo llora sangre”, es la forma en la que Lean expresa el dolor que en la pantalla representa la mujer que sufre violencia.

Cansada del dolor y del miedo, de mirarse en el espejo y no reconocer su alma, la mujer empieza a construir un muro frente al maltratador y a luchar por su vida. “No quiero ser una cifra. Tantas mujeres asesinadas, por sus parejas, por sus novios, y nadie hace nada”.  “En esta lucha no queremos ni una mujer menos”, profiere Lane. “Sal del encierro, rompe el silencio, encuentra el amor que está dentro de tu pecho, encuentra la guerrera que defenderá tu cuerpo”, le aconseja. En el final del vídeo, Rebeca Lane y la protagonista se sitúan en la misma posición del relato y se miran de forma cómplice. De modo similar al cierre de la película Te doy mis ojos (2003) de Iciar Bollain, varias mujeres acompañan a la mujer que pone fin a la violencia y que abandona el hogar donde ha sido tan infeliz.

A veces no llevo sujetador, por Noelia Morgana

La actriz, dramaturga y poeta sevillana Noelia Gutiérrez Melgar publicó en abril de 2016 un manifiesto para potenciar la liberación de las mujeres del sujetador. La revista digital colaborativa feminista Proyecto Kahlo se hizo eco de una parte de este texto en su página de Facebook, donde en poco tiempo obtuvo más de 12.000 likes y más de 5.000 compartidos. En julio de 2016 la autora de 26 años, cuyo nombre artístico es Noelia Morgana, subió a Youtube[ii] un videoclip que ella misma protagoniza, acompañada de otras mujeres, recitando el texto del manifiesto. El vídeo en este canal ha llegado a superar las 76.500 visualizaciones.

Morgana, también autora del blog Tierra de Aires, habla desde su propia experiencia, a partir de las cosas que le pasan. El manifiesto, que anima a las mujeres a romper con los cánones de belleza, arranca así:

A veces no llevo sujetador. No me da la gana.

El sujetador es una prenda de mierda hecha de hierros y telas que se te clava hasta los confines de la carne y te crea picores, heridas e incluso manchas. El sujetador es el corsé del siglo XXI. Una puta porquería que se utiliza para subir las tetas hasta la luna y crear un par de montañas que todos puedan admirar, que todos puedan escalar. Porque un buen escotazo es el complemento perfecto para tener una novia adecuada o para salir una noche de tequila boom boom. Un escote que bote, sí señor. Cosa que, a veces, utilizo por no ser capaz de romper del todo con el legado que dejaron los cánones de belleza establecidos, de muertes por anorexia y labios de choripán por el bótox.

Morgana señala la importancia de que las mujeres rompan con el miedo que coarta su libertad y las anima a que dejen de cumplir con los dictados machistas por no estar o sentirse expuestas, dado que ello perpetúa el legado patriarcal.

A veces no llevo sujetador. No me da la gana.

¿Y sabéis qué ocurre? Que me miran como si estuviera matando cachorritos de mamuts por llevar las tetas libres de presiones, que me miran como si los pezones fueran cañones a punto de disparar mi número de teléfono a todos los viandantes, que me gritan gilipolleces, que me despellejan a comentarios susurrados, a pensamientos retrógrados y machistas que seguramente llenarán de veneno el aire que respiro, y luego tendré que esforzarme el doble por hacer efecto rebote con mis tetas, llenas de naturaleza infinita, de vida, de cabeza arriba, joder. Que me repiten una y otra vez eso de – ¿No llevas sujetador? Pues se te nota – A lo que debería contestar: a ti también se te nota que lo llevas y no te digo nada.

En el vídeo, Morgana y otras mujeres se despiertan confundidas en las ruinas de una casa abandonada en medio del bosque. Morgana encuentra un cartel que reza “Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar”. Se quita el sujetador, se lo cuelga al hombro y retira la pancarta. Poco a poco, todas se juntan en un mismo camino y realizan un recorrido a pie mientras la protagonista profiere su testimonio a la cámara, y desgrana los porqués no lleva sujetador:

“[…]porque así me parieron, porque así me dejo llevar por la gravedad, porque así soy fiel a mi cuerpo, que me dice que le aprieta”. Morgana asimila su uso al obedecimiento a las normas de una sociedad “que no está acostumbrada a dejar salvaje lo que sirve de alimento al hombre”.

Al final del camino, las mujeres llegan hasta un lugar donde, en la oscuridad, realizan un aquelarre con la quema de sujetadores. La actriz incita: “¡No te pongas sujetador si no quieres, mujer inteligente! ¡Y pregúntate por qué te lo pones cuando te lo pongas! ¡Sé consciente y actúa en consecuencia! ¡Libres domingos y domingas! ¡Tetas cómodas, con o sin leche, y al poder!”.

 

La viralidad de las producciones activistas feministas

Los dos ejemplos expuestos utilizan la viralidad para expandirse. En ambos casos recurren a Youtube como plataforma para difundir ambos vídeos, obteniendo un amplio respaldo: más de 75.500 visualizaciones del trabajo de Lane y más de 76.600 del de Morgana. A su vez, el texto de Morgana se inserta en la página de Facebook de una revista digital feminista, Proyecto Kalho,[iii] que genera numerosas visitas. El trabajo de Lane puede escucharse y comprarse en su página web rebecalane.com.

El medio en el que estas prácticas de activismo feminista desafían las lógicas del control del cuerpo femenino es una herramienta fundamental para la amplificación de los mensajes. Asimismo, la aproximación multimodal que en los videoclips aúna texto, imagen en movimiento y sonido, favorece la multidireccionalidad de los contenidos.

Problematizar los discursos de reapropiación del cuerpo que estudiamos nos lleva a atender a la materialidad de las propuestas activistas que se elaboran y se difunden en plataformas como Youtube que son ejemplo de la economía digital liberal. Dichas propuestas se articulan en este medio, lo cual no impide que el discurso esté politizado y que, como dijimos, proponga una provocación a los marcos de sentido del control del cuerpo femenino.

Si nos atenemos a los procesos de la lógica neoliberal del patriarcado y el capitalismo comunicativo articulados por Dean (2005), podríamos concluir que la viralidad y la respuesta espectatorial traducida en el número de visitas de las dos propuestas no supondrían una medida ni adecuada ni suficiente para valorar su efectividad. Sin embargo, y aunque Dean plantea que la comunicación activista online puede ser profundamente despolitizadora, no es este el caso de los dos trabajos que nos ocupan. A pesar que se utilizan los canales más representativos de la economía digital liberal, lo cual supone una difusión fetichizada, las artistas logran politizar y reapropiarse de los discursos canónicos sobre el control del cuerpo femenino.

En el caso del vídeo de Rebeca Lane, la ruptura con la normativización del sujeto víctima se produce a través de la elaboración de un discurso que visibiliza las violencias y que agencializa a la mujer que sufre violencia ofreciéndole posibilidades de emancipación. El manifiesto de Noelia Morgana anima a romper con una prenda, el sujetador, que simboliza la opresión y el control sobre el cuerpo femenino y la necesidad de sujetarlo para responder a ciertos cánones de belleza.

 

Procesos de circularidad o cómo rentabilizar el activismo mediante la teoría del awkardness

Si el número de visualizaciones o de likes no es entonces una medida suficiente para valorar la efectividad del activismo, la teoría de la política del awkardness de Smith-Prei y Stehle (2016: 10-11), que aquí traducimos como política de la incomodidad o de la torpeza, nos sirve para plantearnos cómo es posible rentabilizar el activismo feminista en la red.

La inmersión de las producciones activistas aquí analizadas en las dinámicas de la tecnología digital neoliberal pudiera hacer perder de vista sus objetivos o sus formas de recepción. Pero la forma en la que se difunden, la circularidad propia de los modos en los que los contenidos transitan por la red, es capaz de generar una incomodidad porque son capaces de desafiar los modelos de representación del cuerpo femenino en espacios propios de la economía digital neoliberal, que también son revisados críticamente.

Los cuerpos femeninos que, en el vídeo de Noelia Morgana, se despojan de la prenda opresora que supone el sujetador y participan en su quema colectiva se convierten en instrumentos problemáticos de activismo a través de su politización. El cuerpo de Rebeca Lane que reclama la propiedad de los cuerpos femeninos que han sido violentados y que están cansados de sentir dolor resulta incómodo porque politiza la posesión inherente a la relación canónica heteropatriarcal. Ambas propuestas de activismo feminista se producen y vehiculan a través de las redes sociales, lo cual supone asumir sus lógicas y su materialidad. Pero a su vez, configuran desafíos y producen molestias en los medios que posibilitan su difusión, que no por ello escapan del cuestionamiento de su espectacularización.

 

Los intentos de la reapropiación del cuerpo femenino a través de las contribuciones del afecto

Los intentos de reapropiación del cuerpo femenino en los vídeos de Rebeca Lane y Noelia Morgana se sostienen en las contribuciones del afecto que se dan en los procesos abiertos y circulares de difusión de los contenidos en la red. Ese componente afectivo genera una hermandad, una unión, un vínculo a través de los afectos y de las adhesiones que los discursos promueven.

Los cuerpos heridos y violentados de ambas representaciones se constituyen en espacios de resistencia a partir de una vulnerabilidad compartida. La agencialidad de esos cuerpos procede de la emoción que es capaz de aglutinar a una comunidad determinada: la de aquellas mujeres que no quieren sufrir más violencias, la de aquellas que quieren deshacerse del control biopolítico de sus cuerpos liberándose de los corsés.

El afecto canaliza estrategias discursivas que se inscriben en una materialidad multimodal. Los discursos emancipatorios de reapropiación del cuerpo de Rebeca Lane y Noelia Morgana que circulan en Youtube se convierten en sistemas abiertos que, aunque se realizan y difunden en un contexto tecnológico neoliberal con una materialidad circular, ofrecen resistencia y permiten la subversión de los marcos de sentido en los que se inscribe el control biopolítico de los cuerpos. 

Conclusiones

La economía digital neoliberal ha constituido el centro de debate y reflexión teórica acerca de las posibilidades que presentan las nuevas formas de ciberactivismo feminista. Marcos de análisis metodológico como el propuesto por Smith-Prei y Stehle dan cuenta de los modos emancipatorios de las tecnologías del llamado activismo de la torpeza o incomodidad vinculados a la búsqueda de políticas feministas que, a un tiempo, se produzcan y traten de escapar las lógicas de producción de la economía digital del neoliberalismo. Focalizar en los procesos de citación, o circularidad, de los discursos nos lleva a encontrar espacios de resistencia que desafían lo que Dean (2005) ha denominado el capitalismo comunicativo. Así, la fetichización del discurso del activismo se ve comprometida por determinados relatos en los que la agencialidad del sujeto que narra, de la mujer en este caso, se constituye en acto político.

Por otra parte, nos ha interesado abordar de manera crítica tanto la espectacularidad como la afectividad que caracterizan, según Dean (2015: 92) los relatos digitales. La integración de la espectacularidad en las plataformas digitales ha propiciado una suerte de comodificación de las imágenes y los discursos. Estos circulan masiva y viralmente por la red como una forma de vaciado de contenido que únicamente se distribuye para ser consumido en un ciclo que se retroalimenta casi infinitamente.

Sin embargo, debemos observar un cambio de paradigma en el abordaje analítico de dichos procesos de fetichización, o espectacularización de las narrativas y las imágenes, que no son producidas de arriba abajo en una consideración jerárquica de los flujos de poder sobre los sujetos, sino que son, paradójicamente, los sujetos los que promueven dichos procesos de fetichización (Dean, 2015: 93). Ello resulta de gran importancia para las tecnologías del ciberactivismo feminista, dado que, precisamente, estas tratan de hacer visibles los mecanismos de comodificación de las prácticas discursivas.

Hemos intentado mostrar cómo la agencialidad y la articulación de una narrativa en primera persona, orientada a subvertir el medio material que la hace posible, son modos de la política de lo incómodo que desafían la espectacularización y la afectividad propias de la red, dotando a ambas de un carácter político. Si, según Dean (2015: 99), las redes de comunicación contemporánea son reflexivas porque nosotros, como usuarios, las creamos y sostenemos mediante los lazos que construyen comunidad sin comunidad, el reto del activismo digital feminista reside, entonces, en buscar los modos de subversión de dicha reflexividad.

Finalmente, argumentamos que el cuerpo como lugar de inscripción discursiva ocupa, de nuevo, un espacio preeminente en los esfuerzos del activismo feminista para revertir las lógicas neoliberales del patriarcado y del capitalismo comunicativo. La reapropiación del cuerpo mediante una propuesta de agencia desvela la necesidad de seguir indagando tanto en las posibilidades de politización de los productos digitales del feminismo como en los retos que estos presentan para el propio capitalismo comunicativo en el que se producen.

El hecho de que las propuestas activistas de Rebeca Lane y de Noelia Morgana utilicen como medio Youtube para la amplificación de los mensajes no supone que sus discursos no estén politizados o que no deriven en una provocación al control biopolítico del cuerpo desde diferentes aproximaciones. A pesar de su difusión fetichizada, en los relatos de Lane y de Morgana se construye una agencialidad del sujeto que adquiere carácter político.

La óptima respuesta que ambas producciones feministas han alcanzado en la red en número de likes y reproducciones resulta una medida insuficiente para valorar cuál es la efectividad de este activismo feminista. La incomodidad que generan las dos producciones multimodales en los procesos de difusión circulares y espectaculares propios de las tecnologías digitales neoliberales permite desafiar los modos hegemónicos de representación del cuerpo y revisar las maneras y los canales en los que los discursos circulan.  

Los cuerpos que sangran de dolor por las violencias, que están sujetados por una prenda que representa un corsé del heteropatriarcado, se conforman en espacios para la resistencia a partir de una vulnerabilidad compartida. Las contribuciones del afecto en los procesos abiertos y circulares de difusión en la red generan adhesiones, vínculos que si bien promueven procesos de fetichización, constituyen a su vez mecanismos para visibilizar la forma en la que se vehiculan los discursos según las prácticas neoliberales.

“Mi cuerpo es mío” y “A veces no llevo sujetador” son dos ejemplos de las posibilidades de agencialidad de los cuerpos en los contextos digitales y de cómo las producciones activistas feministas pueden revertir las lógicas del capitalismo comunicativo a partir de la reapropiación de esos cuerpos.

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Notas biográficas

Sonia Núñez Puente es doctora en Filología Hispánica y profesora Titular de Género y Comunicación en el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos. Actualmente dirige en la misma universidad la Unidad de Igualdad y el Máster en Comunicación, Cultura y Ciudadanía Digitales. Asimismo es la investigadora principal del proyecto del Plan Nacional de Investigación ”La resignificación de la mujer víctima en redes sociales: implicaciones para la construcción de la vulnerabilidad” (FEM 2015-65834-C2-1-P)

Diana Fernández Romero es doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en Cultura y Violencia de género por la UNED. Docente en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos. Su tesis doctoral, “Destrucción y reconstrucción de la identidad de mujeres maltratadas: análisis de discursos autobiográficos y de publicidad institucional” es Premio Extraordinario de Doctorado por la UCM y Premio de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género a Tesis doctorales sobre violencia de género .

 

[1] Pues lo multimodal, que aúna texto, imagen en movimiento y sonido, tiene una materialidad que permite mayores posibilidades de canalizar ciertas estrategias discursivas que el lenguaje. 

*Este trabajo es parte del proyecto "La resignificación de la mujer-víctima en redes sociales: implicaciones para la construcción de la vulnerabilidad" (FEM2015-65834-C2-1-P).----


 

[iii] http://www.proyecto-kahlo.com/2016/02/httpsyoutu-bebb1s_3ai7ou/

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labrys, études féministes/ estudos feministas
             julho/ 2016- junho 2017 /juillet 2016-juin 2017