labrys, études féministes/ estudos feministas
juin/ décembre 2006/ junho/ dezembro 2006

Perspectivas feministas en la España del XXI (entre el suelo y el techo de cristal)

Ana de Miguel Álvarez

Las transformaciones que ha experimentado tanto la situación como la percepción social de las mujeres en España ha sido uno de los cambios sociales más rápidos e impactantes de nuestra sociedad desde el fin de la dictadura, hace ya tres décadas. También ha sido uno de los factores que ha contribuido de forma decisiva a que nuestro país abandone el “Spain is Differentet”, propio de los viejos y malos tiempos y haya abrazado con entusiasmo la modernidad. Ahora bien, frente a una sociedad caracterizada por una fuerte apariencia de modernidad, o más bien de posmodernidad, desde el feminismo es frecuente escuchar el argumento de que en cuanto “rascas un poco” las cosas no han cambiado tanto. Ni en la esfera de lo privado ni en la esfera pública. De hecho el acceso masivo de las mujeres a la educación superior y a la población activa, al espacio público, entre las décadas de los ochenta/noventa no tuvo en su raíz un fuerte desarrollo del Estado de Bienestar o en un cambio drástico en la mentalidad de los varones, que pasaran a reclamar y obtener sus cuotas de trabajo y dedicación a los cuidados en la esfera de lo privado. No; este acceso masivo fue posible, entre otras razones, gracias a lo que podemos calificar de auténtica huelga de natalidad de las mujeres, huelga por la que una sociedad generalmente calificada como tradicional-católica-familiar llegó a hacerse con el título del país con la tasa de natalidad más baja del mundo.

En este contexto puede ser más fácil comprender que la situación real de las mujeres y en consecuencia también del feminismo aparece surcada de dobles y triples jornadas, y contradicciones y paradojas varias, de forma que a veces puede resultar cierta una afirmación y su contraria. Por un lado hay razones para el optimismo cuando el criterio utilizado es el de comparar diacrónicamente nuestra situación actual con la de nuestras madres o abuelas; por otro hay razones para el pesimismo cuando comparamos nuestras vidas con las de la otra mitad de la raza humana, los varones, y observamos que siguen copando con naturalidad los puestos de poder en la esfera pública y se dejan servir y cuidar, aún con mayor naturalidad si cabe, en la esfera privada. Por otro lado continúan detentando el poder simbólico de definir la “autoconciencia” de la especie y de la sociedad. Es posible resumir la situación observando que si es sexismo está en momentos bajos no ocurre lo mismo con el androcentrismo.  

Ahora bien, lo que nadie puede negar, creo, es que a lo largo de estas tres décadas las mujeres nos hemos hecho visibles como sujetos con reivindicaciones específicas y también estamos consiguiendo llevar a la agenda política “nuestros” problemas para redefinirlos como problemas de toda la sociedad. Así se ha logrado por ejemplo con el tema de la violencia de género; así se ha llegado a tener un gobierno paritario como el actual (con el Partido Socialista Obrero Español, PSOE, en el gobierno) y así se acaba de aprobar una Ley de Igualdad que tiene como objetivo lograr remover algunas de las barreras que hacen que la sociedad patriarcal se siga reproduciendo sin mayores problemas en nuestra sociedad formalmente igualitaria. Por otro lado también se ha aprobado recientemente el matrimonio entre personas del mismo sexo con el mismo status legal y derechos que los matrimonios heterosexuales.

Con estos avances parece lógico que desde fuera tenga que surgir con fuerza este interrogante ¿Cómo hemos logrado estos objetivos, cómo hemos conseguido involucrar a la sociedad y al gobierno en la agenda feminista? Tal vez sea pronto para saber la respuesta pero si aventuro que mucho menos se hubiera logrado sin el firme compromiso de tantas y tantas mujeres con los fines y valores del feminismo (y bueno, el acuerdo tácito de muchos hombres). Tanto de las que militan en el Movimiento en el sentido más clásico y rotundo de la palabra, como de todas aquellas que se han convertido en insobornables “agentes feministas” sea cual sea el puesto de trabajo que ocupen. Sea éste el de ministra, jueza, profesora, técnica de ayuntamiento, trabajadora social, trabajadora a secas o estudiante miles de mujeres han tomado sobre sus hombros el compromiso por contribuir desde su sitio particular a hacer un mundo mejor. El movimiento feminista y la teoría feminista han actuado y actúan como sus referentes. Y paso entonces a ocuparme de lo que es el objetivo concreto de este monográfico: la presentación de la teoría feminista en España.

Si comparamos el estado del feminismo con el de otras corrientes críticas de pensamiento tenemos que calificar de impresionante la vitalidad del feminismo teórico y académico. Y de una u otra manera todos lo artículos que forman parte del monográfico dan cuenta de esta vitalidad y todas las autoras del compromiso antes aludido. El monográfico se abre con la estimulante entrevista que realiza Stella León a dos de las teóricas más sólidas y más representativas de esa militancia que como “agentes feministas” ha conducido a la creación, consolidación y legitimación de los Estudios Feministas en nuestras universidades. Tanto Celia Amorós como Amelia Valcárcel son auténticas “líderes epistemológicas” y aunque filósofas transgresoras del orden patriarcal no escriben para los que todavía no han nacido –como tanto les gusta decir a los filósofos que se autodesignan “transgresores”, así Nietzsche que consideraba que escribía a “título póstumo”. Muy al contrario, siempre señalan el alcance de su deuda con el movimiento que les inspira y a quien inspiran. Como ha señalado tantas veces Celia Amorós, nadie piensa en el vacío y mucho menos una feminista, y como ha escrito Amelia Valcárcel,  pocos colectivos como el feminista han mostrado tanta hambre de teoría. Sus obras satisfacen ampliamente las demandas que desde Marx a Nancy Frazer ha de cumplir una teoría crítica de la sociedad: su filosofía se ancla sólidamente en los anhelos y luchas de las época y su forma de conceptualizar y politizar la realidad revierte sobre un colectivo que necesita la claridad conceptual tanto como el sistema patriarcal la confusión, la ambigüedad y el retorcimiento ideológico. La desigualdad sexual, salvo en los patriarcados de legitimación tradicional, que son muy claritos, crece y se reproduce en el espacio “natural” de la confusión ideológica y la complacencia posmoderna, no soporta la luz de los conceptos claros y distintos. Lástima que, continuando con la metáfora de la teoría-luz conceptual, el sistema patriarcal no sea en todo como los vampiros, que se deshacen al contacto con los primeros rayos de la mañana. No se deshace pero se debilita. Así lo muestra Rosalía Romero, que se ha echado a las espaldas la difícil tarea de reconstruir en treinta páginas las líneas más claras de la historia del feminismo en España. La parte dedicada a las teóricas se cierra con sendos artículos de Luisa Posada y Cristina Molina. La primera profundiza en la obra de Amorós, el feminismo de la igualdad  y temas tan cruciales como la construcción de un “sujeto verosímil” que posibilite los pactos de mujeres y, finalmente,  Cristina Molina aborda con fluidez y frescura uno de los debates más enconados del feminismo en España, el del feminismo de la igualdad frente al de la diferencia.

En la segunda parte de este monográfico autoras de diversas especialidades –filosofía, sociología, psicología- abordan algunas de los problemas y debates actuales y algunas de las nuevas realidades que el feminismo está contribuyendo a crear. El artículo de Amalia González nos introduce de lleno en la realidad de las nuevas generaciones ¿qué poso feminista encontramos entre las más jóvenes en un tema tan querido al patriarcado como es la sexualidad? Su análisis no es muy optimista, bajo el manto opaco del “consentimiento” perviven los más rancios estereotipos de género. Así lo argumenta también el trabajo de Alicia Puleo; con un enfoque personal, en que resuenan los planteamientos de su obra La dialéctica de la sexualidad, encontramos que tras la actual apología de la  moral de la transgresión, puede esconderse la vigencia del viejo orden patriarcal. Así, mientras se desarrollan leyes contra la violencia de género, el imaginario de la cultura de masas, con los videojuegos a la cabeza se lanza a estetizar y recrear la violencia contra las mujeres. La violencia es también objeto de los artículos de Monserrat Boix y Esperanza Bosch y Victoria Ferrer. Boix, creadora y cordinadora de Mujeres en Red, nos ofrece un recorrido por el hacktivismo feminista y nos muestra cómo y por qué han crecido de la mano la lucha internacional contra la violencia hacia las mujeres y el ciberfeminismo social. Desde una perspectiva complementaria, las autoras de La voz de las invisibles nos ofrecen también una detallada reconstrucción del camino por el que el movimiento feminista ha llegado a redefinir la violencia contra las mujeres como un problema social, y no ya un problema personal o privado de las víctimas. Un problema pues en el que el feminismo ha logrado convencer y difundir su visión de la realidad. Aunque quede tanto por cambiarla.

 A continuación está el bloque de los artículos dedicados a la política. No podía faltar en este monográfico una reflexión sobre la ciudadanía, la demanda de una democracia paritaria y los cambios que implica la globalización. Los tres artículos a cargo de Mª Xosé Agra, Angela Sierra y Alicia Miyares nos sitúan ante las luces y sombras, siempre tan amplificadas, de la esfera de lo político. La globalización es el nuevo marco desde el que se están fraguando decisiones que afectan o acabarán afectando a todas las mujeres del planeta. Nuestra presencia es cuestión de supervivencia; ahora bien ¿cómo situarnos en la esfera de la política? ¿en qué reside la voz feminista y cómo modularla?. Al debate teórico sobre la ciudadanía planteado por Agra –que incorpora propuestas como la ciudadanía multiniveles y la ciudadanía desnacionalizada-  y Sierra -¿es pertinente seguir cultivando la idea del bien común o habría que decantarse por asumir la particularidad de los intereses?-  el artículo de Alicia Miyares, “La paridad como derecho”, añade la importancia y solidez de las cifras. En democracia los números cuentan y la representación de las mujeres, en una cifra próxima al 50%, no es una cuota es un derecho cuyo incumplimiento nos sitúa ante una grave anomalía democrática. Efectivamente si hablamos de transformar la sociedad y la política, ¿cuántas somos y dónde estamos? El desafío de la democracia paritaria no exige sólo calidad, como nos indica el concepto de masa crítica, muy querido en nuestra tradición feminista democrática, no habrá calidad si no hay cantidad.

Si como decíamos al principio de esta introducción las mujeres ya han logrado importantes cuotas de visibilidad las lesbianas aún están en los inicios de este proceso. Tal y como argumenta Raquel Osborne el acceso a la visibilidad y la palabra es ya un paso político fundamental pero por eso mismo ha sido tan complicado. Sin embargo su artículo nos deja la impresión de que, tras las últimas victorias legales, con el matrimonio homosexual a la cabeza, la diversidad sexual ha comenzado un camino sin retorno hacia la aceptación social.

En la última parte del monográfico contamos con dos artículos modélicos en lo que hace al análisis feminista del cine y la literatura más actuales. Tanto las películas que con tanta agudeza analiza y desmonta la crítica feminista de Pilar Aguilar, como la novela que disecciona la profesora Eva Antón nos enfrentan con la dura realidad de que los autores aparentemente más progresistas y más vendidos, con un gran potencial simbólico y capaces de llegar al gran público, continúan reproduciendo los modelos e identidades más clásicos de la sociedad patriarcal.

 Para terminar, un deseo y una esperanza ¡ojalá tenga razón Montserrat Boix, cuando escribe que “el meme” del feminismo se extiende ya de manera imparable! 

Nota biográfica

                           Profesora Titular de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Ha publicado libros sobre autores clásicos del feminismo como John Stuart Mill y Alejandra Kollontai y ha editado la obra de William Thompson y Anna Wheeler The Appeal of Half the Human Race, Women. También ha coeditado una selección de las obras de Flora Tristán. Una selección de sus trabajos ha sido traducida al portugués bajo el título O feminismo Ontem e Hoje (2002). En la actualidad está trabajando sobre el feminismo como movimiento social y los procesos de redefinición de la realidad. Junto a Celia Amorós ha coeditado la obra Teoría Feminista. De la Ilustración a la globalización (2005). 

 

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